8 de junio de 2016

HENNING MANKELL: ARENAS MOVEDIZAS


     Ya sabemos que el argumento de un libro solo es una excusa para contar lo que uno tiene dentro pero, de alguna manera, influye en la elección de nuestras lecturas. Nunca sospeché que leería el libro que un escritor concibió al enterarse de que tenía cáncer. Hay gente que tiene una facilidad incomprensible para abordar la enfermedad y la muerte como tema recurrente de conversación, algunos incluso como libro de mesilla de noche, no exenta de orinal, donde encuentran permanente evasión y catarsis, incluso goce ampuloso y cansino. No se trata de mirar hacia otro lado, porque la vida no se puede entender sin la muerte, pero encuentro todos los días infinitos temas más agradables para compartir con los demás.
   Sin embargo esta vez el protagonista era un escritor de cabecera, que destaca dentro de mi coleción de literatura nórdica, pues he leído todo lo que ha publicado desde su aparición en nuestro país. Henning Mankell.  Y no ha sido por casualidad. Aquí encuentro un libro lleno de vida, su último capítulo se titula que no nos quiten la alegría. Y me identifico con su amor por la literatura, por el arte, por los viajes y, sobre todo, por su sentido ético. Escribe que una de las pricipales decisiones de la vida es ¿qué tipo de sociedad quiere uno contribuir a formar? Y uno comprende la razón de bucear libro tras libro en sus novelas.
   Inquieto por la herencia de los residuos nucleares que va a legar nuestra civilización, reflexiona sobre su trayecto. Nos pasamos la vida tratando de ampliar el conocimiento, el saber, las experiencias. Pero al final, todo se perderá en una nada. Y no se olvida de los más desfavorecidos, buena parte de su vida la ha dedicado a dirigir un teatro en Maputo. Hoy en día disponemos de todos los recursos necesarios para erradicar la pobreza absoluta. Ha conocido el primer y el cuarto mundo. Pero elegimos no hacerlo. Es una elección que sólo puedo considerar como criminal.
   Se detiene también en una de mis debilidades, estoy de acuerdo con Miró al afirmar, cuando contempló sus pinturas, que desde Altamira el arte es decadencia. Los pintores rupestres estaban influidos por el eco. La decisión de dónde pintar y de qué debían pintar guarda una estrecha relación con cómo variaba éste. El arte se convierte, es magia. Las cuevas donde el eco era particularmente peculiar pudieron ser catedrales o incluso una suerte de teatros.
   Recuerda anécdotas entrañables de su vida y algunas  nos permiten entender mejor sus novelas repletas de vida. Porque un escritor disecciona la realidad y extrae el jugo con el que moja su pluma. Vida y libros van de la mano y son directamente proporcionales.
   En los mares nadan las ballenas, cada vez más desorientadas y perdidas a causa de todas las ondas de radio y los impulsos eléctricos que envía el hombre.
   Por al tierra vagan miles de millones de personas que apenas se atreven a creer que existe una vida más decente que la que se ven obligados a llevar.
   Muchas gracias señor Mankell. Siempre gracias.


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12 de mayo de 2016

DIANE BRASSEUR: LAS FIDELIDADES

No quiero envejecer. No es mal comienzo. No quiero que me aparezcan manchas en las manos. Las intenciones de la novela son claras. Tengo cincuenta y cuatro años y, desde hace uno, engaño a mi mujer con otra, una mujer más joven que yo, una mujer que tiene ventitrés años menos que yo. Vale, me  llevo el libro. 
   Imposible alejarte de esta novela ni un momento, se lee de un tirón, mientras entreteje de forma aparentemente descuidada el retrato del protagonista. Un hombre atrapado entre dos mujeres se debate entre ambas, con un planteamiento exento de maniqueísmos y estreotipos. Imagina, se pone en la piel de ellas, predice la catástrofe y  teme que su amante le abandone. Por la noche, cuando todos duermen, me entreno. Piensa además que su mujer lo intuye. Mi mujer está en la cama, ha dejado la luz de mi lado. Se da cuenta de que algo va mal, cree que tiene que ver con mi padre o tal vez lo sabe, lo ha comprendido todo.
   El péndulo oscila de un lado a otro, desde la serenidad al fuego redentor. Echo en falta a mi mujer, echo en falta a mi hija, echo en falta los ruidos de mi casa, los escalones que crujen y el zumbido de la nevera, el televisor encendido en el salón. Pero el otro confín de la tierra no se parece en nada. Follar hasta el hartazgo, estrecharla entre mis brazos con todas mis fuerzas, comer en el mismo plato y lamer los mismos cubiertos, decir todas las palabras de amor una tras otra, como se enciende un cigarrillo con el anterior, ducharnos juntos e intercambiarnos la ropa para saciarnos de una vez por todas.
    Un viaje familiar a Nueva York supone el punto de inflexión, el momento que regala la distancia y la perspectiva. Un sinfín de pensamientos encadenados, una explosión de sentimientos nos permitirán seguir al personaje por ese camino de introspección. Y el ritmo de la novela va acorde con el proceso acelerado de este hombre atribulado, las páginas vuelan y nos dirigen sin pausa hasta un final fluido, a pesar de que parecía llevarnos por otra avenida. O precisamente por eso es tan natural.

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24 de febrero de 2016

Lawrence Durrell: Trilogía mediterránea

   Nacido en la India, donde su padre trabajaba como ingeniero de ferrocarriles, fue enviado a los doce años a Inglaterra a estudiar, como se esperaba de un joven de su posición. Seducido por el país asiático, nunca soportó su nación de origen y no pudo  adaptarse al clima húmedo , ni a su rígida sociedad. A los ventitrés años se traslada a vivir a Corfú y allí escribe El cuarteto de Alejandría, una obra cumbre de la literatura. Trotamundos, se suceden los amores y las tragedias entre una vida atormentada y  una literatura brillante.
   Está trilogía la forman La celda de Próspero, Reflexiones sobre una venus marina y Limones amargos. Corfú en la Segunda Guerra Mundial, Rodas en 1953 con un Durrel diplomático y el Chipre de la enosis, el comienzo de la lucha contra los ingleses y los primeros enfrentamientos entre griegos y turcos en esta isla.
Mare Nostrum. Pan aceite y vino. Una forma de vivir y de pensar. Irresistible para un sajón inaptado a la tierra de sus raíces. En sus diferentes orillas, con dioses diferentes, siempre hay tiempo para la tertulia alrededor de una mesa. Para disfrutar de la comida y del vino. No se engulle; se disfruta y se comparte.
   Durrell navega entre dos aguas, la de los apocalípticos : De pronto un día despierta uno y comprende con total certeza que el noventa y cinco por ciento de las actividades de la raza humana (a la que suponía pertenecer) no tienen sentido alguno para uno. ¿Qué va a ser de uno? Y la de los integrados, fascinado por la cultura helena: Los olivos me rinden unas ochocientas libras por año para poder filosofar. La poesía y la ganancia no están separadas en absoluto. Para el griego sólo existe una tenue línea divisoria.
   Reflexiona sobre la vida y la muerte. Sobre la violencia que acecha alrededor, que persigue al hombre aunque se esconda debajo de las tinieblas del olvido. Cuando se le da a un individuo una máscara y una pistola, lo primero que hace es liquidar a alguien a quien debe dinero.
   Y sí, claro que sí. El vino del próximo año es el más dulce. El final tenía que estar impregnado de filosofía, de los orígenes de nuestra cultura, de la esencia que demostramos haber olvidado  cada día de nuestra historia moderna.



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