11 de enero de 2014

Philippe Derlem: El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida

   Esta pequeña joya literaria lo es solo por tamaño; si analizamos su calidad, podríamos calificarla como  descomunal. Nos habla, como reza su título, de los pequeños placeres de la vida cotidiana, esos pequeños detalles que nos iluminan el día, la tarde o alguna noche sugestiva. Todos, y cada vez más, buscamos sensaciones fuertes que nos deslumbren pero los grandes paisajes están formados por minúsculas maravillas y las grandes novelas se escriben frase a frase. Los pequeños detalles nos pueden emocionar y estremecer. Los pasteles hay que llevarlos como quien sostiene un pendulo. 
El primer trago de cerveza es el único que merece la pena. 
Mojarse las alpargatas es conocer el amargo placer de un naufragio completo. 
No es tan fácil leer en la playa.
   Nos invita a recoger moras, a  mondar guisantes, a sentir el ruido de la dinamo o a leer el periódico durante el desayuno.
   Alcanza la excelencia en el texto sobre el cruasán, aseguro que yo he sentido lo mismo palabra a palabra.  Y nos sorprende su brillantez en el capítulo sobre el oporto, cuando nos ofrecen tomar algo.
   De entrada, ya suena hipócrita.
   -¡Si acaso, una copita de oporto!
Pero hay más: Un oporto no se bebe, se paladea. Y eso no sólo por su aterciopelado espesor, sino por fingida frugalidad. Podría seguir pero acabaría citando el libro completo. Y ese es un placer que debe disfrutarse en un silencio diseñado por el lector.

1 de enero de 2014

Rafael Bernal: El complot mongol

   Esto eran un mexicano, un gringo y un ruso -no, tranquilos, no es un chiste-, a los que encargan proteger al presidente norteamericano en su vista a México. Bernal crea la novela negra mexicana con un personaje fascinante, duro y de gatillo fácil. Lo que no podía remediar era la cicatriz de la mejilla, pero el gringo que se la había hecho tampoco podía remediar ya su muerte.  A Filiberto lo contratan en principio a pesar de su forma de ser y de su fama de pendenciero pero resulta que precisamente será escogido por esa idiosincrasia tan peculiar. Dicen que más que un investigador, un policia, es usted un pistolero profesional. Y es que, además, anda metida en el asunto la comunidad china y nuestro policia mexicano  toma parte en sus jugadas de póker y les encubre en sus fumaderos de opio. Mas que un barrio chino, da el aspecto de una calle vieja donde han anclado algunos chinos, huérfanos de dragones imperiales, de recetas milenarias y de misterios. Aquí se desenvuelve como pez en el agua y se entiende muy bien con la población. Cuando mujé ya está vieja, homble tomal segunda mujer, pala dejal descansal a mujel plimela. Mu honolable costumble china. Y aquí conocerá a una joven que le derretirá su congelado corazón y a otras mujeres maltratadas por la vida. Y yo trabajaba en un burdel y por eso ya nunca podemos vivir en paz. Por eso ya no tenemos derecho a nada. Una mezcla sugerente de los barrios bajos y las altas esferas de militares, policías y espías con fondo político.
   Una novela brillante donde los espabilados no lo son tanto y acaban mal gracias a alguno que imaginaban lelo y no lo era. Como pasa casi siempre en la vida, no hay mejor filosofía que hacerse un poco el tonto y no presumir de nada. Al maestro Quevedo en una ocasión le indicaron que parecía más cojo de lo habitual y contestó certero que exageraba su cojera y se acompañaba del bastón para hacerse perdonar el éxito. Este diálogo podría pertenecer a esta magnífica novela negra, donde el género muestra todas sus virtudes.