11 de noviembre de 2013

Jonathan Littell: Las benévolas

   Espeluznante. Y no me refiero a la calidad del libro, sino al mundo que retrata con precisión científica. Es una obra muy ambiciosa que pretende y consigue con brillantez destripar el funcionamento de las estructuras nazis a través de los ojos de un militar, un individuo que irá acostumbrándose poco a poco al horror y al terror  a medida que pretende progresar en su carrera. A mí me gusta lo que soy. Me van ascendiendo. A pesar de todo lo que hayas visto y leído sobre el tema, no darás crédito a lo que tus ojos irán desgranando, te estremecerás al comprobar que el hombre puede llegar a ser la mayor alimaña sobre la tierra, a hundirse en el pozo más oscuro de la maldad jamás imaginada.  Allí tenemos otros dos crematorios, pero mucho mayores: las cámaras de gas son subterráneas y caben hasta dos mil personas.Y todo inmerso en un fanatismo absoluto, Dios no existe. Solo existe Adolf Hitler, nuestro Führer, y el poder invencible del Reich alemán.
   No puede uno olvidar las lecciones de todo tipo que la ahora rica Alemania nos da a los países del sur de Europa. Pues igual deberían ser un poco más prudentes, no sea que alguien les tenga que recordar su pasado reciente.  ¿O nadie se enteraba de lo que pasaba? ¿No oyes la BBC? ¡Ellos sí lo saben! Todo el mundo lo sabe, menos los buenos alemanes que no quieren saber nada. ¿O salieron del caos de la Segunda Guerra Mundial ellos solitos?
  Lástima que  Jonathan Littell no tenga el más mínimo sentido de la síntesis y desconozca sus virtudes. Acumular no implica siempre sumar, en ocasiones resta. Con trescientas páginas menos, sería una obra magistral. Y es que a veces parece que disfruta con las diatribas con la que nos aparta de la esencia del libro. Y debéis de estar pensando: Vaya, por fin se ha acabado esta historia. Pero no, sigue. Para incondicionales del tema. Y es que hay que dedicarle mil páginas de lectura con muchas virtudes, sí, pero con peroratas inagotables.