27 de octubre de 2014

Olivier Truc: El último lapón

   El mundo se mueve. Sí, Galileo Galilei tenía razón. Y nunca se ha movido tan rápido como hoy. La tecnología transforma el mundo cada poco tiempo y lo deja irreconocible. Si te quedas atrás, estás perdido. Quedas fuera de la sociedad, te conviertes en un ser marginado. Eso ocurre con muchos pueblos repartidos por el mundo. No se han incorporado a la producción masiva y son señalados con el dedo como inadaptados. Este libro es una historia de uno de esas razas arrinconadas por la modernidad. Los samis.
    Había nacido durante una trashumancia, mucho tiempo atrás. La primera vez que mamó del pecho de su madre estaban a cuarenta bajo cero. Su madre murió a causa de ello. Así que lo alimentaron con grasa de reno fundida. El reno era un buen animal si se lo sabía cuidar. Proporcionaba ropa y comida. Los más hábiles podían transformar sus astas en estuches o en mangos de cuchillo, incluso en joyas. Así nace un hombre curtido que lleva una vida tradicional. El mundo de los samis era complicado. Una jerarquía bastante clara situaba a los ganaderos en la cúspide. Y él lo era porque un lapón, uno verdadero, tenía que ser un pastor con renos. Y trabaja como sus ancestros, no comprende que sus vecinos cambien las costumbres. Veía a otros ganaderos que hacían el mismo trabajo que él con motonieves, quads e incluso helicópteros, así como con collares electrónicos equipados con GPS. Para pagar todo ese material necesitaban grandes manadas, que a su vez requerían territorios enormes para pacer. Y todo ello provocaba conflictos entre ganaderos, bajo la maliciosa supervisión de las autoridades, que disponían así de un medio ideal para mantener la presión sobre los samis y hacer con ellos lo que querían, so pretexto de mantener la paz en el vidda. ¿Era eso el progreso? Se pregunta este protagonista sami y acaso podemos detenernos nosotros un instante a reflexionar si las palabras de este hombre primitivo se merecen que nos ocupemos de ellas. Quizá nos perdamos algo importante mientras lo hacemos. O puede que no.
   Novela de un periodista francés que encaja perfectamente en el género de la novela negra escandinava; se ocupa, con la excusa de algún crimen, de la realidad social. Amena y fluida, no rehuye la introspección. Describe un lugar especial: En el Gran Norte las distancias no tenían importancia. Y la dureza de la vida no excluye la poesía, la visión delicada. Las auroras boreales son un paréntesis delicado en un mundo inexorable acosado por la codicia del hombre occidental. Aquí se decía que eran ojos, los ojos de los muertos y, por esa razón, no había que señalarlas con el dedo. Un viaje a Laponia desde el sofá de casa.





5 de agosto de 2014

Cormac McCarthy: El consejero


   Se publica el guión que Cormac McCarthy escribió para la película El consejero. No es un guión técnico, sino una versión literaria. La parte narrativa se limita a contar lo que ocurre en la película, si alguien sube o baja, si ríe o llora. Más bien lo último, aquí no hay concesiones a lo blandengue que hoy predomina en este mundo de parque temático y centro comercial, donde encontramos de todo a la medida de nuestras necesidades y, además,  nos lo envuelven en monísimo papel de regalo. No, este escritor siempre refleja la vida sin tapujos.
Encargado: Si oyen pasar a alguien le pegan un tiro. Después encienden la luz para ver quién es el muerto.
Consejero: ¿Y por qué hacen eso?
Encargado (se encoge de hombros): Como una broma. Para demostrar que no les importa la muerte. Para que se vea que la muerte no significa nada.
Consejero: ¿Y usted? ¿Qué piensa? ¿Usted cree eso?
Encargado: Claro que no. Toda mi familia está muerta. El único que no significa nada soy yo.
   Y para enfrentarse a este mundo o, al menos sobrevivir, nada mejor que el cinismo, la ironía o cualquier evasión que nos permita desertar de la realidad con una sonrisa en los labios.  Las lágrimas terminan por fatigar a todos, especialmente, al emisor.
Mujer: Pero has dicho que te despertaste en el hospital. ¿Qué te pasó? ¿Tuviste una reacción sistémica o algo así?
Joven (sacando dinero para pagar la bolsa de comidas para perros): No, qué va. Nada de eso. señora. Estaba sentado en la calle tocándome las pelotas y un coche me atropelló. Bueno, cuídese, ¡de acuerdo?
   Sus diálogos lacerantes nos remiten a la mejor novela negra americana, sin concesiones a la galería de lo convencional. Pura transgresión en defensa propia. Lleno de excesos y de destellos, de talento y de crudeza, es tan desasosegante como deslumbrante. Puede sacarte del marasmo o empujarte a la paradoja más funesta.
Malkina: Cuando el mundo en sí mismo es el origen de nuestro tormento, uno es libre de vengarse de cualquier aspecto de ese mundo por pequeño que sea.
   Porque este planeta no es para los ingenuos.
   Una joyita literaria de uno de los grandes.


7 de junio de 2014

Mario Vargas Llosa: El héroe discreto

   Este libro, como el personaje al que alude el título, comienza de forma modesta, con el oficio de un buen escritor pero sin grandes pasiones ni deslumbramientos. Habla de gente corriente, personas trabajadoras que han dedicado la vida a su oficio, a ganarse la vida con honradez. Muy bien escrita -como no podía ser de otra manera-, poco a poco te va atrapando en una telararaña construida con la precisión de un auténtico maestro de la literatura. Y el final lo devoras con más ansiedad de la debida, las prisas no son buenas ni para leer.
   Lleno de personajes cercanos, nos introduce en la vida cotidiana de un país muy vivo. Dije que tira, no que putee. Tirar y putear son cosas distintas, coleguita. Mabel es una cortesana, o algo así. Sólo con algunos privilegiados y en su casa. Vuelven conocidos de sus libros anteriores como el policía Lituma o el irrepetible Rigoberto. También regresan las viejas preocupaciones del autor que nos recuerdan aquel "¿En qué momento se había jodido el Perú?" de Conversación en la Catedral. En este país no se puede construir un espacio de civilización ni siquiera minúsculo...La barbarie termina por arrasarlo todo. E insiste y aflora la vena de un escritor que ha vivido en los dos continentes. Si tanto te gusta Europa, si sueñas día y noche con ella, ¿por qué has vivido toda tu vida en el Perú, papá? 
   La paternidad, los hijos, están presentes a lo largo de toda la novela. Unos, calaveras; otros, complicados, nunca es fácil esta labor para la que no exigen carnet de ningún tipo, ni tan siquiera asistir a un curso elemental de conceptos básicos. A veces los vástagos ponen en situaciones difíciles a sus progenitores. Siempre te gustó el arte, la pintura, la música, los libros. Es de lo único que hablas con tanta pasión. ¿Y, entonces, por qué te hiciste abogado? Y no le queda más remedio al padre que confesar por cobarde, hijito. La pasión por el arte es manifiesta. La vi hace muchos años y quedé prendado de esa pintura hasta hoy.
   Pero los padres han sido hijos y su vida muchas veces se ve  mediatizada por la influencia que han recibido en la infancia. Nunca te dejes pisotear, hijito es el lema que nuestro héroe discreto heredará, grabará a fuego en su cuerpo y lo empujará sin remisión a forjar su vida de esa manera y no de otra.
   Realismo cotidiano con sucesos que nos apartan de una realidad, no voy a escribir mágica, pero sí  extraordinaria. ¿No te parece vivir una situación algo irreal?





13 de mayo de 2014

Benjamin Black: La rubia de ojos negros

   ¡Marlowe ha vuelto!
   John Banville recibió uno de los premios envenenados más atractivos e irresistibles para un escritor. Un encargo de los herederos de Raymond Chandler para resucitar el mito de Philip Marlowe en una novela. No dudó un instante y se lanzó al océano de cabeza. Porque no acertar en esta tarea hubiera sido arrojarse al descrédito literario y a padecer el odio furibundo de los innumerables lectores apasionados por el inolvidable sabueso. Me acerqué con recelo a esta novela. Marlowe es Marlowe. Pero el resultado es sorprendente; muchas veces uno piensa que supera al original. Es el auténtico. Sin ninguna duda. El sonido de unos tacones altos en el suelo de madera siempre me produce un ligero cosquilleo. ¿O no? Era rubia, con unos ojos negros, negros y profundos como un lago de montaña. Supongo que a nadie le quedará ninguna duda.
   Las mujeres que encuentra Marlowe por el mundo no solo tienen unas característica físicas, su personalidad también es singular. Quiero que encuentre a Nico Peterson porque así lo deseo. Él no es gran cosa, pero me pertenece. Le pagaré lo que me pida. Eso unido a que el mítico detective  no es menos peculiar. Me esforcé en no mirarle las piernas, aunque logré ver que eran delgadas, torneadas y del color de la miel. Pues provoca resultados previsibles. Lo más natural era besarla. No se resistió, pero tampoco respondió a mi beso.
   No hay duda, el protagonista no ha cambiado a pesar de los años. ¿Por qué el primer sorbo de cerveza es mucho mejor que el segundo? Ese era el tipo de especulación filosófica que me iba, de ahí mi reputación de investigador sesudo. Pero no olvidemos que fue Raymond Chandler el inventor de este sobresaliente personaje literario que tanto ha influido en toda la literatura  posterior.
 La vi en un coche negro muy caro. Era una rubia de mirada rotunda. Sentí celos del volante acariciado por sus manos seductoras. Sí, no hay duda, es él.


11 de abril de 2014

Alexandre Postel: Un hombre al margen


   Muchas personas encuentran en sus rutinas el decorado ideal para instalarse toda su vida y no sienten el más mínimo deseo de modificar nada en absoluto. Otros necesitamos no sentir su peso para no ahogarnos en el quebranto. Pero cuando encontramos un embudo letal y angustioso, todos valoramos esos pequeños detalles que llenan nuestras vidas y nos encienden la mirada. El protagonista de esta novela es un profesor solitario. Con aquel cutis del joven viejo, las gruesas gafas de montura de concha, el pelo color moqueta cuya raya autoritaria más que controlar la lanuda indisciplina la ponía en evidencia, no podía decire que North inspirase una soberna confianza. Y un día es acusado de un delito penado no solo con la cárcel, sino con el aislamiento social. La soledad le empuja a los brazos del único abogado que se encuentra en su camino. Se había aferrado a esa mano con la confianza de un náufrago.  Y se encuentra con un muro insalvable, su propia realidad. Acababa de notar por primera vez lo honda que era la herida que se le había abierto, una herida que ninguna palabra podría cerrar nunca.
   Alexandre Postel nos ofrece una primera novela  magnífica y precursora de, esperemos, una carrera fecunda. No circula por carriles cómodos, ni se duerme al volante cuando atrapa un capítulo fluido.   Cambia de sentido, acelera, frena y tuerce hacia donde menos lo esperas, mientras reflexiona sobre la condición humana y la influencia de la sociedad en el comportamiento y destino de los individuos.
   Apocalípticos o integrados; la primera opción nos empuja al ostracismo -cogió la costumbre de subirse al árbol a diario o casi a diario, a primera hora de la tarde- y la segunda nos obliga a renunciar a parte de nuestra identidad. Literatura de peso con una cubierta rotunda.




11 de marzo de 2014

Philip Hoare

   Philip Hoare formó parte  del movimiento Punk en su juventud, trabajó en la casa Virgin Records y más tarde creó su propia discográfica. Luego cambió la música por las ballenas, se dedicó a recorrer el mundo a través de sus mares y anotó todo lo que tenía relación con ellos. Ecosistemas, animales, vegetación. Pero siempre relacionándolo con el ser humano y su interior. Nadie se pone de acuerdo a la hora de definir sus libros. Ensayo, novela, biografía, libros de viajes. Es ante todo un contador de historias. Y escribe muy bien. Con estos dos ingredientes ha cocinado dos libros magníficos: Leviatán o la ballena y El mar interior. Nos transmite su pasión por los cetáceos: La ballena es un milagro de la ingeniería marítima.
   Nos impresiona su narración sobre el exterminio de estos animales: Trescientas sesenta mil ballenas azules murieron de ese modo durante el siglo XX, reduciendo su población a sólo mil individuos. No en vano las primeras fortunas industriales de Estados Unidos se crearon en la caza de ballenas. El hombre es un depredador ambicioso; cuanto más tiene, más necesita y desea.
   Nos cautiva con sus datos: Sólo la lengua pesaba tres toneladas; el corazón era tan grande como un coche y las arterias lo bastante grandes como para que un hombre nadase dentro de ellas. Y con su enfoque misterioso al escribir sobre la verdadera magia escondida en el cuerno del narval o al confesar que en los océanos nadan grandes ballenas que el hombre todavía no ha bautizado. Y abrimos los ojos al leer que quizá algún día descubramos que los cachalotes, los cetaceos más antiguos y posiblemente los más evolucionados, han desarrollado emociones, conceptos abstractos y tal vez, incluso una religión. 
    Nos hipnotiza mientras leemos la teoría de nuestro probable origen marino, un simio acuático que se hubiera desarrollado cerca del mar. Resulta entretenido leer sus historias sobre los cuervos: ser consciente de los pájaros es ser consciente de la vida en sí misma. Y me refería en las primeras líneas al entorno relacionado con el interior del hombre: El invierno es una estación solitaria. Por eso me gusta tanto. Es fácil estar solo; no hay nadie que se dé cuenta.
Una capa de intriga y de sigilo acompaña siempre estos escritos, conversaciones en voz alta de un hombre con una vocación clara: Mientras la gente compraba, comía, hablaba, se despertaba y dormía, yo nadaba con ballenas. 
   Al leer esta reseña, sabrás con certeza si estos libros te resultan indiferentes  o no puedes vivir un día más sin ellos. El mar nos define, nos conecta y nos separa. ¿Alguna pregunta?





11 de febrero de 2014

Maj Sjöwall y Per Wahlöö

   Esta pareja de periodistas se conocieron en 1961 en la revista donde trabajaban. El año siguiente se casan y crean la revista literaria Peripeo. De convicciones comunistas, comienzan a escribir una serie de novelas negras para analizar y mostrar las contradicciones de la sociedad sueca. Crean la novela policíaca social y son los pioneros del fenómeno  de la literatura negra nórdica. Un auténtico bombazo que llegaría  a su máximo esplendor con Stieg Larsson y que, paradójicamente, puede haber iniciado su declive a partir de este punto. Morir de éxito. Todos los escritores posteriores a esta pareja de suecos los han reconocido como su fuente de inspiración y les han señalado los pioneros de este movimiento. Las diez novelas que publicaron entre 1965 y 1975 son un retrato sociológico de la Suecia de esa década. Su editorial las ha publicado en España con prólogos de varios escritores nórdicos que les rinden pleitesía y reconocen su deuda con ellos, además de otros ilustres autores de otras latitudes. Henning Mankell, Val Mcdermid, Jo Nesbo, Jonathan Franzen, Leif G. W. Persson, Arne Dahl, Jens Lapidus, Michael Connelly, Liza Marklund y Dennis Lehane. Y podían haberlos escrito docenas  de autores más o centenares porque la lista es interminable, parece que cada hombre y mujer del norte de Europa llevan dentro un escritor. Su clima y su idiosincrasia favorecen este hecho. Me llama la atención que Maj Sjöwall y Per Wahlöö escribieran sus novelas después de acostar a sus hijos y que Stieg Larsson trabajara en su trilogía de madrugada, al terminar su larga jornada laboral. Una visión muy diferente a la visión del mundo en el sur de Europa.
    Entre todos estos autores destaca uno, Henning Mankell. Tiene novelas excelentes y Kurt Wallander se ha instalado en todas las bibliotecas. Se nota la influencia de los dos periodistas de forma meridiana en su obra. En la penúltima novela de Maj Sjöwall y Per Wahlöö, El asesino de policias, podemos encontrar frases que identificamos fácilmente con Mankell.
La gente se ha ido a vivir a viejas granjas abandonadas y granjas en estado de ruina.
Dialecto de Escania -aclaró-. ¿Qué decís en Estocolmo?
Un cortante frío se elevaba desde la ciénaga, y sobre las cañas de la orilla colgaba una leve bruma.
Las llanuras de Escania poseen una belleza ondulada y suave.
También aparecen las playas solitarias tantas veces visitadas por Wallander. Martin Beck levantó la cabeza y escuchó. Lo único que se oía era el mar. Y no es el único parecido entre estos dos policías. Con una vida familiar rota y la social inexistente, son personajes solitarios que esperan el día siguiente sin mucha ilusión. Y claro, no comen como los investigadores del Mediterráneo; Carvalho, Montalbano y Jaritos disfrutan de la buena mesa y eso también influye en el humor.
La carga social es evidente y manifiesta. Gente que permanecía despierta por las noches  intentando calcular cómo pagar todas las facturas, mientras les sobrecogía el constante temor a un aumento del desempleo y mientras todos los días se atiborraban de estimulantes para poder trabajar, así como de un número aún mayor de tranquilizantes a fin de, al menos, disfrutar de un rato de tranquilidad ante la televisión por la noche, antes de tomarse los somníferos y dormir durante unas horas un sueño lleno de pesadillas. ¿Apocalípticos o visionarios? El coche era un importante símbolo de estatus y para cumplir con los requisitos de esa norma social, muchos cambiaban de modelo de forma innecesaria y más a menudo de lo que podían permitirse. Pues a mí esto me suena familiar.






1 de febrero de 2014

Darío de Regoyos: España negra

   Con motivo del centenario de la muerte de Darío de Regoyos, el Museo de Bellas Artes de Bilbao ha reunido una exposición magnífica, por citar solo un adjetivo y no aburrir a la concurrencia. Únicamente nos acordamos de nuestros héroes cuando se mueren o hace mucho que se mueren. La muerte es en España punto de mira del camino del pensamiento. En esta muestra podemos ver la calidad extraordinaria de un impresionista no muy apreciado en un país que adora a los impresionistas. Pero de otros países. Hay cuadros que cautivan y te fuerzan a volver sobre tus pasos una y otra vez, para admirarlos de nuevo. Y una ocasión más, por favor.
   Se ha reeditado también un librito de pequeño tamaño pero con un gran interés. Regoyos traduce y añade sus propios comentarios e ilustraciones a los artículos que publicó su amigo Émile Verhaeren sobre un viaje que hicieron juntos  por España en 1888. Una visión tremendista donde se juntan las procesiones, los cementerios, la pobreza, los cánticos y el ánima de una España llamada negra solo porque no existe otro color más oscuro y triste. Atiende al paisaje: Los puertos de estas costas son gloriosos de suciedad y abandono. A las personas: Soberbio tipo de fealdad ruda y fuerte, con una costra más bien que una piel en su cara. O a los ritos religiosos: Era una devoción imponente.
   Es necesario llevar vidrios de color rosa en los ojos para ver España con tonos alegres. ¿Cuánto queda  hoy de esa España carpetovetónica y  cuánto del país que había adelantado financieramente a Italia y le pisaba los talones a Francia? Esta obra forma parte de ese género creado por hispanistas extranjeros a los que nuestra nación siempre ha fascinado y sobre la que han escrito apasionadamente, mientras a nosotros nos vuelve locos.
    Le chocaban esas cosas y era normal que le chocasen. ¡Toma, y a nosotros! Bueno, a algunos.




11 de enero de 2014

Philippe Derlem: El primer trago de cerveza y otros pequeños placeres de la vida

   Esta pequeña joya literaria lo es solo por tamaño; si analizamos su calidad, podríamos calificarla como  descomunal. Nos habla, como reza su título, de los pequeños placeres de la vida cotidiana, esos pequeños detalles que nos iluminan el día, la tarde o alguna noche sugestiva. Todos, y cada vez más, buscamos sensaciones fuertes que nos deslumbren pero los grandes paisajes están formados por minúsculas maravillas y las grandes novelas se escriben frase a frase. Los pequeños detalles nos pueden emocionar y estremecer. Los pasteles hay que llevarlos como quien sostiene un pendulo. 
El primer trago de cerveza es el único que merece la pena. 
Mojarse las alpargatas es conocer el amargo placer de un naufragio completo. 
No es tan fácil leer en la playa.
   Nos invita a recoger moras, a  mondar guisantes, a sentir el ruido de la dinamo o a leer el periódico durante el desayuno.
   Alcanza la excelencia en el texto sobre el cruasán, aseguro que yo he sentido lo mismo palabra a palabra.  Y nos sorprende su brillantez en el capítulo sobre el oporto, cuando nos ofrecen tomar algo.
   De entrada, ya suena hipócrita.
   -¡Si acaso, una copita de oporto!
Pero hay más: Un oporto no se bebe, se paladea. Y eso no sólo por su aterciopelado espesor, sino por fingida frugalidad. Podría seguir pero acabaría citando el libro completo. Y ese es un placer que debe disfrutarse en un silencio diseñado por el lector.

1 de enero de 2014

Rafael Bernal: El complot mongol

   Esto eran un mexicano, un gringo y un ruso -no, tranquilos, no es un chiste-, a los que encargan proteger al presidente norteamericano en su vista a México. Bernal crea la novela negra mexicana con un personaje fascinante, duro y de gatillo fácil. Lo que no podía remediar era la cicatriz de la mejilla, pero el gringo que se la había hecho tampoco podía remediar ya su muerte.  A Filiberto lo contratan en principio a pesar de su forma de ser y de su fama de pendenciero pero resulta que precisamente será escogido por esa idiosincrasia tan peculiar. Dicen que más que un investigador, un policia, es usted un pistolero profesional. Y es que, además, anda metida en el asunto la comunidad china y nuestro policia mexicano  toma parte en sus jugadas de póker y les encubre en sus fumaderos de opio. Mas que un barrio chino, da el aspecto de una calle vieja donde han anclado algunos chinos, huérfanos de dragones imperiales, de recetas milenarias y de misterios. Aquí se desenvuelve como pez en el agua y se entiende muy bien con la población. Cuando mujé ya está vieja, homble tomal segunda mujer, pala dejal descansal a mujel plimela. Mu honolable costumble china. Y aquí conocerá a una joven que le derretirá su congelado corazón y a otras mujeres maltratadas por la vida. Y yo trabajaba en un burdel y por eso ya nunca podemos vivir en paz. Por eso ya no tenemos derecho a nada. Una mezcla sugerente de los barrios bajos y las altas esferas de militares, policías y espías con fondo político.
   Una novela brillante donde los espabilados no lo son tanto y acaban mal gracias a alguno que imaginaban lelo y no lo era. Como pasa casi siempre en la vida, no hay mejor filosofía que hacerse un poco el tonto y no presumir de nada. Al maestro Quevedo en una ocasión le indicaron que parecía más cojo de lo habitual y contestó certero que exageraba su cojera y se acompañaba del bastón para hacerse perdonar el éxito. Este diálogo podría pertenecer a esta magnífica novela negra, donde el género muestra todas sus virtudes.