11 de marzo de 2014

Philip Hoare

   Philip Hoare formó parte  del movimiento Punk en su juventud, trabajó en la casa Virgin Records y más tarde creó su propia discográfica. Luego cambió la música por las ballenas, se dedicó a recorrer el mundo a través de sus mares y anotó todo lo que tenía relación con ellos. Ecosistemas, animales, vegetación. Pero siempre relacionándolo con el ser humano y su interior. Nadie se pone de acuerdo a la hora de definir sus libros. Ensayo, novela, biografía, libros de viajes. Es ante todo un contador de historias. Y escribe muy bien. Con estos dos ingredientes ha cocinado dos libros magníficos: Leviatán o la ballena y El mar interior. Nos transmite su pasión por los cetáceos: La ballena es un milagro de la ingeniería marítima.
   Nos impresiona su narración sobre el exterminio de estos animales: Trescientas sesenta mil ballenas azules murieron de ese modo durante el siglo XX, reduciendo su población a sólo mil individuos. No en vano las primeras fortunas industriales de Estados Unidos se crearon en la caza de ballenas. El hombre es un depredador ambicioso; cuanto más tiene, más necesita y desea.
   Nos cautiva con sus datos: Sólo la lengua pesaba tres toneladas; el corazón era tan grande como un coche y las arterias lo bastante grandes como para que un hombre nadase dentro de ellas. Y con su enfoque misterioso al escribir sobre la verdadera magia escondida en el cuerno del narval o al confesar que en los océanos nadan grandes ballenas que el hombre todavía no ha bautizado. Y abrimos los ojos al leer que quizá algún día descubramos que los cachalotes, los cetaceos más antiguos y posiblemente los más evolucionados, han desarrollado emociones, conceptos abstractos y tal vez, incluso una religión. 
    Nos hipnotiza mientras leemos la teoría de nuestro probable origen marino, un simio acuático que se hubiera desarrollado cerca del mar. Resulta entretenido leer sus historias sobre los cuervos: ser consciente de los pájaros es ser consciente de la vida en sí misma. Y me refería en las primeras líneas al entorno relacionado con el interior del hombre: El invierno es una estación solitaria. Por eso me gusta tanto. Es fácil estar solo; no hay nadie que se dé cuenta.
Una capa de intriga y de sigilo acompaña siempre estos escritos, conversaciones en voz alta de un hombre con una vocación clara: Mientras la gente compraba, comía, hablaba, se despertaba y dormía, yo nadaba con ballenas. 
   Al leer esta reseña, sabrás con certeza si estos libros te resultan indiferentes  o no puedes vivir un día más sin ellos. El mar nos define, nos conecta y nos separa. ¿Alguna pregunta?