22 de junio de 2013

Manuel Leguineche: La Tierra de Oz

   Sorprendente. Manu Leguineche se lanza a la aventura australiana y descubre un horizonte de 360 grados, una vacuidad absoluta, un paisaje de la Edad de Piedra apenas hollado por los pies del hombre. Espacios desmesurados, toda una cura para claustrófobos, imposibles de abarcar con ningún medio conocido. 
   Se detiene con parsimonia y reflexiona con calma  sobre los primeros pobladores, lo que quedó de ellos tras el exterminio, los sobrevivientes, los que no tuvieron la decencia de morirse, como hubieran deseado algunos blancos. Incide en la injusticia y el holocausto cometidos con ellos, un genocidio en nombre de la civilización, que nos obliga  a reflexionar sobre la naturaleza humana, sobre su crueldad y su desmesurada ambición. Porque ellos son los dueños de Australia. El capitán Cook no descubrió nada.
   Las dimensiones de esta tierra nos resultan  mareantes; quince veces la superficie de España con la mitad de nuestra población, cifras difíciles de imaginar y determinantes en su idiosincrasia. Leo en un cártel "Todo el mundo necesita creer en algo. Yo creo que necesito otra cerveza". El medio influye y determina, el sol conforma el carácter.  Y aquí, como en el resto del mundo, se encuentran los locales con los turistas, aunque aquí tenemos dos tipos de habitantes y los contrastes son mayores. Ante el Uluro, una formación rocosa de dimensiones desmesuradas como todo en este país -350 metros de altura, 9 kilómetros de contorno y 2,5 de profundidad-, cada uno lo ve de una forma. Para los turistas que hoy lo invaden, es una fotografía; para los nativos, un lugar sagrado, el hogar del dios solitario.
   Un paseo sofocante por el clima y la vergüenza.





11 de junio de 2013

Jesús Carrasco: Intemperie

   Literario. Acontecimiento editorial en la literatura española, Intemperie ha tenido una acogida excepcional entre la crítica, suceso no muy habitual en nuestro país. Bienvenidos los festejos alrededor del libro, que de otros temas sobran e incluso aburren. La vocación de escritor se manifiesta a lo largo de todo el libro, busca en cada línea la frase afortunada, el verbo oportuno, el adjetivo contundente. Lo consigue en muchas ocasiones pero esa obsesión sea quizá su mayor defecto.
   Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban. Un muchacho huye de su casa y caminaba hacia el norte en medio de la noche tratando de evitar los senderos. Por el camino encuentra  a un viejo y se convierte en su compañero de aventuras. Viaje, donde los guiños literarios son frecuentes, cuando se hizo de noche, el viejo desolló la rata, la abrió con una cruceta de palos y encendió una pequeña lumbre. Pero hay más; al hablar de un pueblo escribe: Luego llegó la sequía y las llanuras languidecieron hasta morir. Dejó de crecer el grano y la compañía de ferrocarriles desguazó los vagones o los dejó varados. Homenaje a los grandes escritores en castellano. Y la tradición macabra española también se asoma: Tenía las manos incompletas y sus piernas estaban amputadas justo por debajo de las rodillas. Unas correas de cuero ennegrecido unían sus muslos a una tabla de madera con cuatro cojinetes grasientos por ruedas. Y la obsesión por la comida en tantos siglos de necesidad y miserias, y desde ese momento ya no hubo para él nada más que la visión de los chorizos perlados de aceite y el jamón goteando grasa como un alambique porcino.
   Descubriremos la historia de estos dos personajes y la cruda tierra que los asienta, ni tan siquiera podemos anotar que los aloja. Indispensable.



1 de junio de 2013

Iván Turguéniev: Del álbum de un cazador


   Costumbrista. No siento ninguna simpatía por la caza pero he de reconocer que ha aportado ilustres páginas literarias. Aquí Turguéniev utiliza este tema como columna vertebral para pasear por la Rusia rural y describir sus paisajes y sus habitantes con detalles minuciosos. Se percibe un gran amor por la naturaleza, igual que en otros cazadores, hecho que para mí contrasta de forma incomprensible con apretar el gatillo contra un animal por puro placer y distracción. Entiendo que sea un modo de subsistencia pero me resulta inaccesible la figura de matar por fruición y entretenimiento. Pero no soy el único, ¿y por qué tienes tú que matar a ese pajarillo? Somos muchos los que nos vemos sorprendidos. ¡Tú no vas a comértelo! Lo has matado por divertirte.
   La injusta sociedad zarista muestra de forma descarnada  el desprecio de los poderosos por los más humildes. Cuando la doncella de la mujer de un terrateniente pretende casarse, este afirma sin ningún tipo de rubor que no tengo que explicarle que de inmediato ordené que le cortaran el cabello, la vistieran de harapos y la enviasen al campo. Mi esposa perdió una doncella excelente, pero no tuve opción: no se puede tolerar este tipo de comportamiento en la propia casa.  No hay que detenerse más en este punto después de leer estas líneas.
    Deme su mano, querido lector, y venga conmigo de paseo. Y eso es lo que hace, llevarnos a visitar la Rusia profunda. Para incondicionales del género.