22 de julio de 2013

Evgueni Ivánovich Zamiátin: Nosotros


   Sorprendente. Este libro fue publicado en inglés en 1924. Al leerlo puedes pensar que ha sido fuente de inspiración para otros libros posteriores o sencillamente que ha servido para fusilarlo sin piedad. Cada uno que piense y lo enfoque como quiera. Si escribo algunas frases de la novela, todo el mundo va a relacionarla con otra posterior -incluso con más de una- que alcanzó gran notoriedad y éxito, todo lo contrario que la que nos ocupa.
   En los laboratorios de la Oficina Sexual nos hacen un examen minucioso y nos diseñan la correspondiente Tabla de Días Sexuales. 
El único medio para librar al hombre de cometer crímenes es eximirle de la libertad.
Las trompetas de la Fábrica Musical tocaban armoniosamente y con estruendo la Marcha del Estado Único, la misma marcha de todos los días. ¡Qué inefable fascinación hay en toda esa cotidianidad, reiteración y automaticidad! 
Brindamos a nuestro Dios, el Estado Único, un sacrificio sereno y juiciosamente razonado. 
Yo veo cómo todos votan al Benefactor y todos ven cómo yo también le voto.
Cincuenta son los legítimos movimientos de masticación que la ley marca para cada bocado.
   Y no sigo porque no quiero ser pesado, ni provocar la depresión de nadie. Zamiátin es un escritor desconocido y ese que ya has adivinado es una celebridad de la literatura.  Tuve noticia de esta obra por casualidad en la barra de un pub con mucho encanto, cualquier lugar es apropiado para intercambiar libros y para compartir ideas.
   El magnífico prólogo de su traductor  en la edición de Akal presenta el libro y a su autor de forma meridiana, ya comienza de forma vehemente: Nosotros es una novela rompedora, como no podía ser de otra manera en un hombre que se hallaba construyendo un rompehielos mientras la escribía. 
   Una crónica dura de una sociedad donde la opresión es absoluta durante el día y no dormir durante la noche es un delito; hay que producir y celebrar el Día de la Unanimidad. Pero en todo sistema totalitario, por rígido que sea, siempre se abre una fisura para que surja la disidencia,  la mente humana se regenera incluso en las situaciones más espantosas. Una novela muy rusa.


11 de julio de 2013

Carmen Alonso Libros

   Ha surgido en Santander un espacio singular y sugerente. Una librería de viejo. Entras al ritmo de una campanilla revoltosa y alegre, encuentras un pequeño recibidor con algunos ejemplares para empezar a bucear entre ellos, atraviesas un patio en el que también puedes encontrar algún tesoro literario y llegas a un auténtico santuario de libros, una estancia apartada del mundo real. Magia y encanto. Decorado con ese buen gusto perdido durante la bonanza económica de este país, en el que se confundían el arte con el lujo y donde la ostentación delataba a los advenedizos, aquellos que no supieron crecer con dignidad. 
    Carmen Alonso ha creado una librería de ensueño capaz de inspirar nuevos libros que acabarán sin duda entre sus estanterías repletas de joyas bibliográficas, una estancia que invita a relajarse, a descansar y a olvidar las agresiones exteriores. Hoy más que nunca necesitamos rodearnos de aventuras como esta estancia para huir de nuestro mundo monocromático y cansino, es curioso que en estos momentos difíciles surjan tantas iniciativas atrevidas. Librerías alternativas, multitud de pequeñas e incluso diminutas editoriales con unos catálogos muy interesantes e infinidad de asociaciones con ansias de reivindicación, de cambiar lo que no nos gusta.
   Empujemos todos un poco y empecemos por nuestra forma de consumir, reflejo de nuestro estilo de vida,  con la que construimos cada día nuestro entorno.

1 de julio de 2013

Manuel Chaves Nogales: El maestro Juan Martínez que estaba allí

   Hilarante. Un bailarín flamenco es sorprendido  en Rusia por la Revolución de 1917, la guerra civil posterior y la  invasión polaca. Huye continuamente de un bando al otro e intenta sobrevivir al caos y a la violencia. Chaves Nogales lo conoce en París, escucha su historia y la transforma en esta novela delirante que nos ofrece una visión apocalíptica de estos hechos. Ya avisa Andrés Trapiello en el prologo: No deja de ser curioso que revolución tan trascendente como la soviética la relate un especialista en castañuelas. Pues sí, lo es. Y el resultado sorprende, quizá sea porque, continúa Trapiello, sólo el humor puede aligerar el amargo peso de la Historia.
   El caldo de cultivo para que sucediera lo que pasó era perfecto: Cuarenta mil policias del zar había en Petrogrado el día que estalló la revolución. En ocho días no quedó ni uno. El pueblo tenía tanto rencor acumulado contra ellos que cuando yo llegué salían a cazarlos como si fueran conejos. Pero las fuerzas se equilibran hasta que se imponen los bolcheviques. Sencillamente, porque los rojos pasaban hambre al mismo tiempo que la población civil y los blancos no. Pero nada ha terminado, los polacos invaden parte de Rusia y al final los tiranos de fuera nos hicieron preferir mil veces a los tiranos de dentro.
   Y el bailarín salta de un lugar a otro como un muñeco de trapo y con la única aspiración de comer un día más. Eso sí, tenía que llevarme también la guitarra, porque con revolución o sin ella, ¿qué hace un flamenco sin guitarra?
   Pluma brillante la de este escritor olvidado durante demasiado tiempo, que invita a leer el resto de sus libros publicados en los últimos años, ya era hora.