11 de diciembre de 2013

John Williams

   A finales de 2010 la pequeña editorial canaria Baile del Sol publica por primera vez en España una obra de este sorprendentemente desconocido escritor norteamericano. Y nos regala Stoner, en realidad su tercera novela, una obra magnífica, lo que algunos suelen denominar una obra maestra. Hacía mucho tiempo que no leía nada tan bueno. Es la historia de un gris profesor universitario  y su insoportable mujer. Un estudiante cualquiera al que le viniera a la cabeza su nombre podría preguntarse tal vez quién fue William Stoner, pero rara vez llevará su curiosidad más allá de la pregunta casual. Los colegas de Stoner, que no le tenían particular estima cuando estaba vivo, ahora raramente hablaban de él. Sus orígenes humildes forjarán su personalidad. A los treinta su padre aparentaba cincuenta; encorvado por el trabajo, miraba sin esperanza hacia la árida parcela de terreno que sostenía a la familia de año en año. Su madre contemplaba su vida con paciencia, como si fuera un momento largo que tuviera que aguantar. Sin apenas acción ni grandes acontecimientos -emociones fuertes buscadlas en otra canción-, su intensidad narrativa nos conquista el corazón literario de forma irresistible. Como anécdota, su quizá no muy afortunada cubierta fue sustituida en la tercera edición. Imprescindible.
   Tres años después se publica Butcher´s Crossing, su segunda novela. Es un western que nos lleva hasta la Kansas profunda del siglo XIX con un realismo asombroso. Parece que cabalgamos por interminables praderas en busca del bisonte y hasta nos acaban doliendo las posaderas de tanto paseo a caballo, no notaba las nalgas, y sus piernas podrían haber sido de madera, tan tiesas e insensibles las tenía, pegadas a los flancos del caballo. La caza de este animal es protagonista del libro. Allí en el suelo, yerto, el animal carecía de la dignidad y la fuerza salvajes que él le había atribuido unos minutos antes. Y claro, una vez encontrado el bisonte, no se caza para vivir, sino para acumular hasta el exterminio. Aunque no está aún muy claro si, en este periodo de la historia, el fin era el enriquecimiento con el bisonte o acabar con el modo de vida del indio. Los proteccionistas también entonces eran atacados y vilipendiados. La historia del hombre blanco se repite, es muy pobre, quizá tanto como él mismo. Encontraremos aquí parte de nuestra historia actual; la codicia, las burbujas económicas o la busqueda de la libertad, nada le obligaba a ir allí donde estaba mirando; iba porque era libre.
   Una reflexión sobre la condición humana con vaqueros y bisontes. Una delicia.




1 de diciembre de 2013

Manuel Vicent: El azar de la mujer rubia

    Pluma dotada de fina retranca literaria, Manuel Vicent apunta que he creado un juego literario entre la realidad y la ficción cuyas reglas, no me cabe duda, serán comprendidas y aceptadas por cualquier lector agudo. No se puede contar más en menos espacio, ni de forma tan brillante, ni con un resultado tan penetrante y concluyente. Recrea la transición española con la retórica en mano cual estilete afilado en busca de incautos que burlar. Se centra en la figura de Carmen Díez de Rivera, la musa de la transición, y su influencia sobre Adolfo Suárez, coprotagonista del libro. Aparecen otros personajes de la época: Cuando la democracia rompió aguas apareció la figura de Felipe González, con la chaqueta de pana al hombro, las patillas largas, fumándose un puro. "Mira Adolfo, éste es tu adversario". Algunos no deben ser ovidados: A Tierno le faltaron reflejos. No estaba dotado para las zancadillas de pasillo, sólo brillaba en la maldad de la frase viperina.
   Pero Carmen se centra en el director de orquesta de esta etapa de nuestra historia reciente. Me juego lo que quieras a que vas a ser el presidente del primer Gobierno de la democracia. Y Vicent gira y gira en torno al tahúr del Misisipi, su ambición política, su administración de España y su evolución humana y política. Y claro, como toda historia de la transición, que seguimos sin saber muy bien si ya se ha acabado o no, sale a relucir el golpe de estado. Imborrable e inolvidable para todos. "Al suelo nunca -pensó Suárez en ese momento- el hombre ha tardado dos millones de años en ponerse de pie para que venga ahora un demente hijo de puta y nos obligue a ir otra vez a cuatro patas. Yo no, por mis cojones". 
   Capaz de resumir una decada en una frase: Los años ochenta fueron realmente nuestro mayo del 68 de espoleta retardada. O también: Se desintegró la Movida y se instauró la ropa de marca. 
   Y todo y mucho más bajo la mirada de Carmen. Nunca se sabía qué tramaba la mujer rubia ni quién movía los hilos. La CIA o la KGB. O simplemente su capricho. 
   Siempre nos quedará la transición.

 
  

11 de noviembre de 2013

Jonathan Littell: Las benévolas

   Espeluznante. Y no me refiero a la calidad del libro, sino al mundo que retrata con precisión científica. Es una obra muy ambiciosa que pretende y consigue con brillantez destripar el funcionamento de las estructuras nazis a través de los ojos de un militar, un individuo que irá acostumbrándose poco a poco al horror y al terror  a medida que pretende progresar en su carrera. A mí me gusta lo que soy. Me van ascendiendo. A pesar de todo lo que hayas visto y leído sobre el tema, no darás crédito a lo que tus ojos irán desgranando, te estremecerás al comprobar que el hombre puede llegar a ser la mayor alimaña sobre la tierra, a hundirse en el pozo más oscuro de la maldad jamás imaginada.  Allí tenemos otros dos crematorios, pero mucho mayores: las cámaras de gas son subterráneas y caben hasta dos mil personas.Y todo inmerso en un fanatismo absoluto, Dios no existe. Solo existe Adolf Hitler, nuestro Führer, y el poder invencible del Reich alemán.
   No puede uno olvidar las lecciones de todo tipo que la ahora rica Alemania nos da a los países del sur de Europa. Pues igual deberían ser un poco más prudentes, no sea que alguien les tenga que recordar su pasado reciente.  ¿O nadie se enteraba de lo que pasaba? ¿No oyes la BBC? ¡Ellos sí lo saben! Todo el mundo lo sabe, menos los buenos alemanes que no quieren saber nada. ¿O salieron del caos de la Segunda Guerra Mundial ellos solitos?
  Lástima que  Jonathan Littell no tenga el más mínimo sentido de la síntesis y desconozca sus virtudes. Acumular no implica siempre sumar, en ocasiones resta. Con trescientas páginas menos, sería una obra magistral. Y es que a veces parece que disfruta con las diatribas con la que nos aparta de la esencia del libro. Y debéis de estar pensando: Vaya, por fin se ha acabado esta historia. Pero no, sigue. Para incondicionales del tema. Y es que hay que dedicarle mil páginas de lectura con muchas virtudes, sí, pero con peroratas inagotables.


12 de octubre de 2013

Joyce Carol Oates: Una hermosa doncella

   Perturbador. Una adolescente de dieciséis años mira el escaparate de una tienda de lencería y un hombre de sesenta y ocho años se acerca por detrás para susurrarle una pregunta: ¿Y si pudieras escoger, si pudieras cumplir tu deseo?. Cuando ella, minutos más tarde, alega que se tiene que ir, él replica: Yo también, en esta dirección.
   Un comienzo incendiario para una novela llena de ambigüedades, equívocos, oscuridad y tergiversación. Una novela con páginas que vuelan porque no la puedes abandonar en la mesita sin echar la vista atrás. Un personaje adulto inquietante, como toda la obra, que pregona la belleza es mi debilidad. Al encontrar a esta adolescente insegura ve una hermosa doncella a la que puedo confiar una tarea crucial.
   Como en las cuentos de hadas, los finales pueden llegar de pronto. Y de forma inesperada. No voy a contar nada del desenlace, nadie salvo el escritor te puede introducir en él. Un paseo agitado es inevitable en la lectura de este libro provocativo y sugerente desde la cubierta hasta el último instante. Turbador y catalizador de escalofríos y emociones.

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1 de octubre de 2013

Leonardo Padura: El hombre que amaba a los perros

   Todo lo que usted quiso saber sobre Trotski y nunca pudo averiguar. Porque, además de perseguido, exiliado, difamado y asesinado, ha permanecido en el cuarto oscuro de la historia hasta nuestros días. Y buena culpa de ello la ha tenido Stalin, para el que fue una auténtica obsesión incluso después de muerto. Leyó su Historia de la Revolución Rusa y escribió en los márgenes del libro expresiones como Esto no es cierto, Esto no es verdad y llegó a escribir con mayúsculas la palabra Mentiroso en la cabecera de varias páginas. Es uno de los pocos escritos que se conservan del Guía del Proletariado Mundial -se ocupó personalmente de quemar sus escritos, por algo sería-, que continuó en guerra contra el protagonista de esta novela incluso después de asesinarlo. Pero aún hoy sigue siendo difícil encontrar información sobre este singular personaje, parece que una nube opaca persiguiera su recuerdo.
   Este libro parte de Cuba, pasa por la Guerra Civil de España y por la Revolución Rusa, y desemboca en el exilio de Trotski. Lugares y acontecimientos que se van mezclando y entretejiendo paulativamente. Habla de purgas, persecuciones, juicios, espionaje, conspiraciones, imposiciones, ejecuciones. Porque para unos el Partido siempre tiene la razón, dijo, y si no entiendes, no importa, tienes que obedecer. Y para otros el mundo no puede vivir entre complots estalinistas y trotskistas. Tristes antecedentes que plantean a algunos un cambio de estrategia:
-¡No me jodas que tienes la solución!
-Cerrar esta tienda y abrir otra, dos calles más abajo. Pero empezar el negocio sin engañar a nadie, sin joder a otro porque piense distinto de ti.
   Cuando se reconoce que  siempre hemos tenido miedo y lo que nos ha movido no es la fe, como nos decíamos todos los días, sino el miedo, es preciso retomar la perdida autocrítica de la izquierda tradicional y pensar en esa nueva tienda.
   Vuelve al final de la obra a Cuba, donde fui en busca del único teléfono público que funcionaba en el barrio, en el quiosco de periódicos y revistas que no vende periódicos ni revistas.
   Densa novela política sobre alguien al que se define como la algidez política personalizada.



11 de septiembre de 2013

Carlos Zanón: No llames a casa

  
   Novela negra casi sin querer, página a página, quizá porque los chantajistas son unos mindundis que no infunden mucho temor al lector pero sí a alguna víctima. Piden dinero a parejas que se citan en hoteles de forma clandestina a cambio de no desvelar sus escarceos amorosos. Y nos describe Zanón lo que observa a través de su pluma, pena de vidas, que no se sabe en qué momento se nos joden. Y es que nunca se sabe cuándo y dónde la tortilla se puede dar la vuelta. Tuvo una casa, tuvo un marido trabajador y unos hijos nacidos al ritmo de las vacaciones en la playa y los cambios de coche. Tuvo un trabajo. Tuvo amigas de las de hacerse un café y veniros el sábado a cenar, pero ¿cuándo empezó a joderse todo? Ni se acuerda ya. Aunque quizá ese orden siempre fue muy aburrido y se convirtió el principio de todo.
   Poco a poco va ganando protagonismo una de las parejas, se va apropiando de la novela, vidas clandestinas que cambian la forma de ver a los demás: Y se dio cuenta de que hay una realidad paralela en cada persona con la que te cruzas por la calle. Esa existencia con amante y aventura, con días para volar sin miedo por encima de la montaña más turbia y otros afligidos para perderse en una de esas maravillosas películas en blanco y negro dirigidas por muertos, con actores y actrices ya muertos diciendo diálogos de muertos.
   Cuando uno de los raterillos ve que los comedores sociales están llenos de gente no habitual y que la crisis se va comiendo a la clase media, no entiende  por qué no entra en el Parlament, en los bancos, en las grandes empresas, en los platós de televisión, en las canchas de fútbol y pasa a todo dios a cuchillo. Y, sin embargo, llaman a las puertas de las ONG  a pedir limosna, no se revuelven. Por qué, al contrario, baja la vista, hace cola, pide la vez y sigue, mansa y vencida, la hilera de los fusilados. Pues sí, una comunidad domesticada por los medios de comunicación ya que ha fijado su paraíso en el consumismo más primitivo.
    Una ventana para observar nuestra sociedad.


1 de septiembre de 2013

José Ovejero: La invención del amor


   José Ovejero se ha ido instalando poco a poco en mi biblioteca sin ruido y de puntillas. Ahora ocupa un lugar importante y extenso gracias a su notable literatura y a una imaginación desbordante. 
   Un hombre recibe una llamada anónima que le comunica la muerte de su amante. Él no conoce a la fallecida pero decide meterse en el mundo de esa mujer y para ello tendrá que fingir incluso que estaba casado para justificar el falso adulterio. Un delirio absoluto.  Tendré que hacer algunos cambios en el apartamento para dar la impresión de que aquí ha vivido una mujer hasta hace poco. Y lo consigue. Llega a conocer a su hermana y a su marido. Me resulta difícil imaginar a Clara enamorada de esta ruina, de este pelele desmadejado que ahora bebe de manera ruidosa y poco a poco va quedándose dormido.  Este interesante y sugerente principio mantiene la altura durante toda la novela. Y no es nada fácil. Cualquier recoveco del libro lo aprovecha para deslizar una prosa fluida con un faro que otea y registra la realidad. El encargado del almacén vela por sus territorios, un cancerbero que en lugar de tres cabezas tiene una tan grande que hace pensar inmediatamente en alguna enfermedad infantil, en una secreta minusvalía.
   La ficción llevada  a una dimensión oculta, en un mundo donde nadie cuenta siempre la verdad.



22 de agosto de 2013

Manuel Chaves Nogales: Juan Belmonte, matador de toros

   Tengo que empezar escribiendo que no me gustan las corridas de toros, que me desagrada que llamen fiesta al espectáculo sobre el maltrato a un animal y que ya sé que hay una gran tradición en este tema, pero los tiempos cambian y las personas no se deben anclar en el Neolítico, estaríamos apañados si así fuera.  Y ahora añado que este libro es fascinante, nos retrata la vida en Sevilla a principios del siglo XX de forma que parece que paseamos por sus calles y vemos y escuchamos a sus habitantes moviéndose por la ciudad. Estuve yendo al café con mi padre desde los ocho hasta los once años. Aprendí allí algunas cosas fundamentales, entre otras, a saber cómo debe comportarse un hombre que se estime. Biografía, novela, esta narración nos mantiene en vilo hasta la última página. Vemos forjarse la afición del niño Juan Belmonte por el toreo, lo toreaba todo: perros, sillas, coches, ciclistas; le daba media verónica y un recorte a una esquina, a un cura, al lucero del alba. Y sus duros comienzos en un mundo desigual de potentados y desgraciados: El torerillo ensayaba una sonrisa de disculpa por no haberse muerto, y el ganadero mascaba su gran puro y escupía.
   El joven Belmonte triunfa, se convierte en una estrella y los viajes le permiten ver otros mundos:  Resultaba que se podía vivir de otra manera, que las gentes pensaban de otro modo y se movían por unos estímulos distintos de los que nosotros sentíamos. Y ya entonces, cuando el torero era un ídolo como ahora lo es el futbolista -tampoco hemos evolucionado mucho-, había quien se hacía preguntas: ¿Quién te dice que algún día no han de ser abolidas las corridas de toros y desdeñada la memoria de sus héroes? Excelente prosa y trama muy interesante.



11 de agosto de 2013

Elvira Lindo: lugares que no quiero compartir con nadie

   Refrescante. Elvira Lindo escribe sus impresiones, que están hechas a la medida de mi espíritu, ligero, zascandil y poco pomposo, sobre su larga estancia en Nueva York. Esta metrópoli es capaz de seducirte en un par de minutos, los que tardes en mirar a tu alrededor, una vez que has puesto tus pies en la ciudad. Es perfecta para aquellos que sienten la necesidad de estar a la vanguardia, de llegar donde otros no han llegado, de descubrir los bares a los que hay que ir. Aquí nunca te aburrirás. Nueva York es una mina para los enterados, para los enteradillos. 
   Su estilo desenfadado nos da una imagen muy acertada y no impide reflexiones muy lúcidas. Al oír las opiniones de los recién llegados piensa si la imagen de las ciudades o de los pueblos no depende de cuatro tópicos construidos y asumidos colectivamente por visitantes que llegan, pasan una semana, y quieren marcharse a casa con un equipaje de opiniones rotundas. Ahí queda eso.
   Engrandece pero no idealiza: si ya no estás en esa edad estudiantil en la que te importa poco compartir casa o vivir de cualquier manera, es dura. Y nos lleva a lugares que ya hemos visto en el cine y tenemos presentes en nuestra memoria, esos garitos donde la música se siente hasta el tuétano: Era un sótano oscuro, de techos bajos, como una cueva, con las paredes y el suelo pintados de un negro que camuflaba el cableado, la suciedad y los ratoncillos que a buen seguro corrían entre los pies de los clientes. Una sorpresa muy agradable.





1 de agosto de 2013

Yuri Herrera: Señales que precederán al fin del mundo


   Fronterizo. Un hallazgo maravilloso encontrar la prosa de este mexicano deslumbrante. Línea a línea, de puntillas, te atrapa con esta novela corta incrustada en la frontera entre México y Estados Unidos. Una mujer cruza la línea prometida, con el peligro añadido de ser una mujer sola. Makina sintió el primer contacto, muy breve, como por descuido, pero ella conocia esa clase de descuidos: un restregón milimétrico en su codo prolongando el manoseo voraz. Una travesía dura y llena de miedos. Apenas se había dado baños de pájaro en los sanitarios de las gasolinerías.
   Al otro lado nada es fácil.  Primero no había nada. Hay que pisar con pies de plomo. Pero conforme se acercaban discernió los rasgos de la gente, que no era mujer; ni era la suya panza de embarazo; era un pobre infeliz hinchado de putrefacción al que los zopilotes ya le habían comido los ojos y la lengua.
   Merece la pena este libro solo por la explicación que hace un personaje sobre el béisbol, el mismo que, cuando le preguntan si le  gusta este deporte, contesta: Tst, yo aquí no más estoy de paso. Tierras hostiles donde algunos no es que sean hijos de la chingada, nomás han tenido que aprender a parecerlo. Una caricia literaria.




22 de julio de 2013

Evgueni Ivánovich Zamiátin: Nosotros


   Sorprendente. Este libro fue publicado en inglés en 1924. Al leerlo puedes pensar que ha sido fuente de inspiración para otros libros posteriores o sencillamente que ha servido para fusilarlo sin piedad. Cada uno que piense y lo enfoque como quiera. Si escribo algunas frases de la novela, todo el mundo va a relacionarla con otra posterior -incluso con más de una- que alcanzó gran notoriedad y éxito, todo lo contrario que la que nos ocupa.
   En los laboratorios de la Oficina Sexual nos hacen un examen minucioso y nos diseñan la correspondiente Tabla de Días Sexuales. 
El único medio para librar al hombre de cometer crímenes es eximirle de la libertad.
Las trompetas de la Fábrica Musical tocaban armoniosamente y con estruendo la Marcha del Estado Único, la misma marcha de todos los días. ¡Qué inefable fascinación hay en toda esa cotidianidad, reiteración y automaticidad! 
Brindamos a nuestro Dios, el Estado Único, un sacrificio sereno y juiciosamente razonado. 
Yo veo cómo todos votan al Benefactor y todos ven cómo yo también le voto.
Cincuenta son los legítimos movimientos de masticación que la ley marca para cada bocado.
   Y no sigo porque no quiero ser pesado, ni provocar la depresión de nadie. Zamiátin es un escritor desconocido y ese que ya has adivinado es una celebridad de la literatura.  Tuve noticia de esta obra por casualidad en la barra de un pub con mucho encanto, cualquier lugar es apropiado para intercambiar libros y para compartir ideas.
   El magnífico prólogo de su traductor  en la edición de Akal presenta el libro y a su autor de forma meridiana, ya comienza de forma vehemente: Nosotros es una novela rompedora, como no podía ser de otra manera en un hombre que se hallaba construyendo un rompehielos mientras la escribía. 
   Una crónica dura de una sociedad donde la opresión es absoluta durante el día y no dormir durante la noche es un delito; hay que producir y celebrar el Día de la Unanimidad. Pero en todo sistema totalitario, por rígido que sea, siempre se abre una fisura para que surja la disidencia,  la mente humana se regenera incluso en las situaciones más espantosas. Una novela muy rusa.


11 de julio de 2013

Carmen Alonso Libros

   Ha surgido en Santander un espacio singular y sugerente. Una librería de viejo. Entras al ritmo de una campanilla revoltosa y alegre, encuentras un pequeño recibidor con algunos ejemplares para empezar a bucear entre ellos, atraviesas un patio en el que también puedes encontrar algún tesoro literario y llegas a un auténtico santuario de libros, una estancia apartada del mundo real. Magia y encanto. Decorado con ese buen gusto perdido durante la bonanza económica de este país, en el que se confundían el arte con el lujo y donde la ostentación delataba a los advenedizos, aquellos que no supieron crecer con dignidad. 
    Carmen Alonso ha creado una librería de ensueño capaz de inspirar nuevos libros que acabarán sin duda entre sus estanterías repletas de joyas bibliográficas, una estancia que invita a relajarse, a descansar y a olvidar las agresiones exteriores. Hoy más que nunca necesitamos rodearnos de aventuras como esta estancia para huir de nuestro mundo monocromático y cansino, es curioso que en estos momentos difíciles surjan tantas iniciativas atrevidas. Librerías alternativas, multitud de pequeñas e incluso diminutas editoriales con unos catálogos muy interesantes e infinidad de asociaciones con ansias de reivindicación, de cambiar lo que no nos gusta.
   Empujemos todos un poco y empecemos por nuestra forma de consumir, reflejo de nuestro estilo de vida,  con la que construimos cada día nuestro entorno.

1 de julio de 2013

Manuel Chaves Nogales: El maestro Juan Martínez que estaba allí

   Hilarante. Un bailarín flamenco es sorprendido  en Rusia por la Revolución de 1917, la guerra civil posterior y la  invasión polaca. Huye continuamente de un bando al otro e intenta sobrevivir al caos y a la violencia. Chaves Nogales lo conoce en París, escucha su historia y la transforma en esta novela delirante que nos ofrece una visión apocalíptica de estos hechos. Ya avisa Andrés Trapiello en el prologo: No deja de ser curioso que revolución tan trascendente como la soviética la relate un especialista en castañuelas. Pues sí, lo es. Y el resultado sorprende, quizá sea porque, continúa Trapiello, sólo el humor puede aligerar el amargo peso de la Historia.
   El caldo de cultivo para que sucediera lo que pasó era perfecto: Cuarenta mil policias del zar había en Petrogrado el día que estalló la revolución. En ocho días no quedó ni uno. El pueblo tenía tanto rencor acumulado contra ellos que cuando yo llegué salían a cazarlos como si fueran conejos. Pero las fuerzas se equilibran hasta que se imponen los bolcheviques. Sencillamente, porque los rojos pasaban hambre al mismo tiempo que la población civil y los blancos no. Pero nada ha terminado, los polacos invaden parte de Rusia y al final los tiranos de fuera nos hicieron preferir mil veces a los tiranos de dentro.
   Y el bailarín salta de un lugar a otro como un muñeco de trapo y con la única aspiración de comer un día más. Eso sí, tenía que llevarme también la guitarra, porque con revolución o sin ella, ¿qué hace un flamenco sin guitarra?
   Pluma brillante la de este escritor olvidado durante demasiado tiempo, que invita a leer el resto de sus libros publicados en los últimos años, ya era hora.




 

22 de junio de 2013

Manuel Leguineche: La Tierra de Oz

   Sorprendente. Manu Leguineche se lanza a la aventura australiana y descubre un horizonte de 360 grados, una vacuidad absoluta, un paisaje de la Edad de Piedra apenas hollado por los pies del hombre. Espacios desmesurados, toda una cura para claustrófobos, imposibles de abarcar con ningún medio conocido. 
   Se detiene con parsimonia y reflexiona con calma  sobre los primeros pobladores, lo que quedó de ellos tras el exterminio, los sobrevivientes, los que no tuvieron la decencia de morirse, como hubieran deseado algunos blancos. Incide en la injusticia y el holocausto cometidos con ellos, un genocidio en nombre de la civilización, que nos obliga  a reflexionar sobre la naturaleza humana, sobre su crueldad y su desmesurada ambición. Porque ellos son los dueños de Australia. El capitán Cook no descubrió nada.
   Las dimensiones de esta tierra nos resultan  mareantes; quince veces la superficie de España con la mitad de nuestra población, cifras difíciles de imaginar y determinantes en su idiosincrasia. Leo en un cártel "Todo el mundo necesita creer en algo. Yo creo que necesito otra cerveza". El medio influye y determina, el sol conforma el carácter.  Y aquí, como en el resto del mundo, se encuentran los locales con los turistas, aunque aquí tenemos dos tipos de habitantes y los contrastes son mayores. Ante el Uluro, una formación rocosa de dimensiones desmesuradas como todo en este país -350 metros de altura, 9 kilómetros de contorno y 2,5 de profundidad-, cada uno lo ve de una forma. Para los turistas que hoy lo invaden, es una fotografía; para los nativos, un lugar sagrado, el hogar del dios solitario.
   Un paseo sofocante por el clima y la vergüenza.





11 de junio de 2013

Jesús Carrasco: Intemperie

   Literario. Acontecimiento editorial en la literatura española, Intemperie ha tenido una acogida excepcional entre la crítica, suceso no muy habitual en nuestro país. Bienvenidos los festejos alrededor del libro, que de otros temas sobran e incluso aburren. La vocación de escritor se manifiesta a lo largo de todo el libro, busca en cada línea la frase afortunada, el verbo oportuno, el adjetivo contundente. Lo consigue en muchas ocasiones pero esa obsesión sea quizá su mayor defecto.
   Desde su agujero de arcilla escuchó el eco de las voces que lo llamaban. Un muchacho huye de su casa y caminaba hacia el norte en medio de la noche tratando de evitar los senderos. Por el camino encuentra  a un viejo y se convierte en su compañero de aventuras. Viaje, donde los guiños literarios son frecuentes, cuando se hizo de noche, el viejo desolló la rata, la abrió con una cruceta de palos y encendió una pequeña lumbre. Pero hay más; al hablar de un pueblo escribe: Luego llegó la sequía y las llanuras languidecieron hasta morir. Dejó de crecer el grano y la compañía de ferrocarriles desguazó los vagones o los dejó varados. Homenaje a los grandes escritores en castellano. Y la tradición macabra española también se asoma: Tenía las manos incompletas y sus piernas estaban amputadas justo por debajo de las rodillas. Unas correas de cuero ennegrecido unían sus muslos a una tabla de madera con cuatro cojinetes grasientos por ruedas. Y la obsesión por la comida en tantos siglos de necesidad y miserias, y desde ese momento ya no hubo para él nada más que la visión de los chorizos perlados de aceite y el jamón goteando grasa como un alambique porcino.
   Descubriremos la historia de estos dos personajes y la cruda tierra que los asienta, ni tan siquiera podemos anotar que los aloja. Indispensable.



1 de junio de 2013

Iván Turguéniev: Del álbum de un cazador


   Costumbrista. No siento ninguna simpatía por la caza pero he de reconocer que ha aportado ilustres páginas literarias. Aquí Turguéniev utiliza este tema como columna vertebral para pasear por la Rusia rural y describir sus paisajes y sus habitantes con detalles minuciosos. Se percibe un gran amor por la naturaleza, igual que en otros cazadores, hecho que para mí contrasta de forma incomprensible con apretar el gatillo contra un animal por puro placer y distracción. Entiendo que sea un modo de subsistencia pero me resulta inaccesible la figura de matar por fruición y entretenimiento. Pero no soy el único, ¿y por qué tienes tú que matar a ese pajarillo? Somos muchos los que nos vemos sorprendidos. ¡Tú no vas a comértelo! Lo has matado por divertirte.
   La injusta sociedad zarista muestra de forma descarnada  el desprecio de los poderosos por los más humildes. Cuando la doncella de la mujer de un terrateniente pretende casarse, este afirma sin ningún tipo de rubor que no tengo que explicarle que de inmediato ordené que le cortaran el cabello, la vistieran de harapos y la enviasen al campo. Mi esposa perdió una doncella excelente, pero no tuve opción: no se puede tolerar este tipo de comportamiento en la propia casa.  No hay que detenerse más en este punto después de leer estas líneas.
    Deme su mano, querido lector, y venga conmigo de paseo. Y eso es lo que hace, llevarnos a visitar la Rusia profunda. Para incondicionales del género.











23 de mayo de 2013

Fiódor Dostoievski: Crimen y castigo

   Intenso. Enfrentarse a una relectura es siempre arriesgado. Una nueva visión  puede resultar decepcionante; el libro ha podido no envejecer bien y nosotros hemos cambiado. Así pues abrí Crimen y castigo con reticencias, sobre todo teniendo en cuenta que habían pasado casi tres décadas y que su protagonista, Raskólnikov, me ha acompañado  como una referencia para intentar entender un poco mejor el mundo, al igual que otro puñado de personajes literarios. Pero un clásico no lo es por casualidad, sino porque han pasado los años y sigue aumentando su valor, está más allá del tiempo y del espacio.
   San Petersburgo, siglo XIX. El retrato de una época marcada por las desigualdades y, por tanto, por las miserias del hombre. El pobre se arrastra por el lodo y el poderoso pisa las cabezas de los más indefensos, el vértigo de los privilegios. Al cabo de un rato sintió ahogo y opresión en aquel cuchitril amarillo que más parecía una alacena o un baúl.
   La conciencia, los remordimientos, la justificación inverosímil de los propios actos. Todo ello revolotea sobre la novela en forma de angustia. ¿Cómo ha podido...cómo ha podido cargar con eso sobre su conciencia? Pero ya antes de cometer un acto criminal, el tormento acude al protagonista y le condena a la vigilia. Pero ¿es que va a ocurrir eso? ¿Es que va a ocurrir de verdad? Presenta alegatos para defender su comportamiento, como han hecho casi todos los criminales de la historia. Por una vida, miles de vidas salvadas de la podedumbre y la corrupción. 
   El clima es asfixiante, hasta en las calles se siente una como en una habitación cerrada, es imposible engañarse a uno mismo. Aunque miremos hacia otro lado, todo el mundo distingue entre el bien y el mal. Tarde o temprano llega un rayo de lucidez y cada uno debe enfrentarse a sus actos.





11 de mayo de 2013

Manuel Leguineche: Madre Volga

   Literario. Leguineche se embarca y viaja a través del Volga de aguas sabias y nauseabundas e intenta penetrar en el alma del país, aunque no hay expertos en Rusia, sino diversos grados de ignorancia. Es un buen punto de partida para no simplificar en cuatro capítulos lo que unos ojos siempre despistados creen ver en un viaje. Penetra en las páginas de los grandes escritores rusos, siempre pendientes de su nación y plasmando una realidad dura y obstinada.
   Gogol es el poeta de las almas muertas, de terratenientes, burócratas y funcionarios. Pushkin, Dostoievski, Tolstói, Chéjov, Gógol, Gorki, Pasternak. Todos pasean por este libro y nos muestran su visión desesperanzada. Y es que todos los tiranos de Rusia han muerto en la cama, y al más liberal, Alejandro II, lo mató un anarquista. Y parece que todo puede ir a peor. O a mucho peor.
   No sé si los rusos beben para olvidarse de sí mismos pero sí parece que el vodka, la bebida nacional, es una especie de bandera, un salvavidas para las horas de tristeza. Omnipresente y digerida como si se tratara de una bebida inocua, siempre es protagonista.
   Y los momentos actuales no mejoran en absoluto una larga crónica atormentada. Esta novela de hoy supera con mucho la imaginación de los más tremendistas escritores rusos. La situación camina desbocada entre la estepa del pesimismo. Las desigualdades de unos pocos que se han apropiado del estado y una mayoría paupérrima crearía turbulencias en cualquier rincón del planeta, pero aquí parecen resignados por el peso de la historia. Las mayores fortunas del mundo y una población cada día más empobrecida mantienen un pulso entre la ansiedad de los ricos por ser más ricos y de los pobres por sobrevivir . Como siempre o casi siempre.








1 de mayo de 2013

Rafael Reig: Lo que no está escrito

   Rafael Reig nos regala una novela fresca y muy agradable de leer. Pone sobre la mesa las tortuosas relaciones de un padre con su hijo pero salta todas las barreras del camino y se adentra en el mundo de la delincuencia a través de una novela que le entrega a su antigua mujer: Sólo quiero que tú la leas. Metaliteratura y catarsis.
   El protagonista es un personaje atormentado, incomprensión. Carlos no encontraba otra cosa a su alrededor, que proyecta las angustias propias en su hijo  y lo aniquila poco a poco. Y la destinataria de esa novela sufre y revive con su lectura los temores que siempre ha tenido sobre su antiguo marido. El terror en cualquiera de sus múltiples variantes  tiene la habilidad de paralizar a sus víctimas y de impedir la huida y la defensa, algo no siempre recordado por quienes no han sufrido acoso de ningún tipo.
   Y de fondo nos ofrece el retrato de unos delincuentes de medio pelo con ingenuas aspiraciones a escapar de su realidad, es este barrio lo que no tiene arreglo. Pero es muy difícil driblar al futuro que nos pinta el destino. Y cada vez más.


22 de abril de 2013

Paul Auster: Diario de invierno

   Brillante. Siempre me ha resultado sosprendente la afición de tantos escritores y otros muchos personajes que no los son, a escribir sus memorias. Pienso que todos mienten o bien muestran detalles tan privados de su vida que llegan con facilidad a la impudicia y al exhibicionismo. O las dos cosas a la vez. No sé si Paul Auster miente, ni lo sabré nunca. Pero no tengo dudas sobre la discreción de sus revelaciones. Escribir sobre los momentos desesperados en que has tenido la urgente y abrumadora necesidad de vaciar la vejiga sin un servicio a mano, de que nunca supiste quién te contagió la gonorrea, recordar cuando pillaste unas buenas ladillas o citar a tu madre cuando se encontraba en la ruina más absoluta, lo que significaba que tendrías que mantenerla, me parecen confesiones indecorosas, por usar una palabra delicada.
   Pero igual que para un buen escritor el argumento de una novela es solo una excusa para desarrollar su talento, aquí da igual lo que nos cuente. Este diario es un pretexto para escribir una obra magistral, palabras mayores de la literatura. Al pasar las páginas nos sorprende una y otra vez, nos emociona con su narración y nos asombra con una facilidad y una brillantez nada habituales. En ocasiones parece que busca cualquier tema sin trascendencia para continuar escribiendo hasta que relata las sensaciones que tuvo viendo un espectáculo de danza sin música. Aquí su expresión alcanza el punto más alto al explicar que este hecho provocó una nueva manera de escribir y produjo la primera obra de tu segunda encarnación como escritor.
  Una obra prodigiosa.





11 de abril de 2013

Javier Reverte: Colinas que arden, lagos de fuego

   Vital. Javier Reverte es viajero y escritor y ha conseguido vivir de ello, tarea casi imposible en nuestro país. Su vocación viajera la plasma antes de empezar el libro con una cita de R.L. Stevenson, me dicen que hay personas a las que los mapas les dejan fríos y me cuesta creerlo. Y su aptitud narradora queda una vez más de manifiesto al leer esta magnífica obra.
De todos sus viajes por el mundo siempre ha declarado su debilidad por Africa y volver a las colinas, las praderas, los bosques y los lagos del este de África, después de varios años de ausencia, acelera los latidos del corazón y renueva los fluidos del espíritu.
   La realidad humana en el continente negro es dura  y aunque el paisaje transmitía una juvenil lozanía, muchas veces no es fácil enfrentarte a lo que ven tus ojos. No era un lugar para la vida. Todo cuanto se mostraba ante nuestros ojos convocaba a la muerte y es que la vida humana crece entre perplejidades humanas.
  África nos emociona, entre otras cosas, porque nos empuja hacia la infancia, lo sencillo nos conmueve porque necesitamos alejarnos del artificio, volver a la sencillez. Y sentir que los domingos en África me recuerdan los de mi infancia española puede gratificar más que los lujos de occidente.
   Además de viajero y escritor, es un lector empedernido y busca en los libros información sobre los lugares que visita, nos enriquece no solo con lo que ve, sino con lo que otros viajeros anteriores contemplaron en su momento. Un misionero descubre el Kilimanjaro nevado y en Europa no le creen porque ¿Cómo iba a ver nieve a tan solo 3 grados al sur del Ecuador y a 290 kilómetros de la costa tropical? ¡Pues la había!
   Leyendo esta obra  uno aprende que si viajas, no envejeces  y que los cocodrilos huyen de nosotros porque saben que somos animales hambrientos.
   A lo largo del libro intercala varias veces su frase recurrente sobre África:  Todo se complica de la forma más inesperada y todo acaba por resolverse de la forma más insólita. Y una y otra vez su narración nos demuestra que no solo es verdad, sino inevitable. Su curiosidad y ansia de conocimiento le proporciona una lucidez muy gratificante en la rigidez de nuestro mundo, la lectura es un soplo fresco en esta sociedad vieja y marchita.







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25 de marzo de 2013

Edward Bunker: No hay bestia tan feroz


   Intensa. Estamos ante una novela criminal que cumple con brillantez su objetivo de mostrarnos el mundo de la delincuencia en la zona de Los Ángeles. Tipos duros, supervivientes que luchan por la vida cada día: Su ambición era enfrentarse a la vida con distancia precisa y científica, con el mínimo de emoción posible. Gente resignada frente a los muros de una sociedad implacable, no encontraba trabajo en ningún lugar. La condición de ex presidiario me descartaba de un empleo tras otro. Sus brillantes diálogos enlazan con la tradición de la novela negra americana y recuerda a los grandes maestros, el cinismo como estética y como filosofía, qué más da, llevo toda la vida encerrado. La comida no está mal y se puede jugar al frontón.
   Su realismo nos permite pasear por suburbios, cárceles, garitos tenebrosos, habitaciones putrefactas de pensiones indeseables y un panorama desolador que parece empujar al delito como única forma de salir de la marginación para entrar en el corredor de la muerte, yo estaba a unos tres metros de él y observé su cara, buscando una respuesta al gran misterio: como si alguien condenado a morir en una hora concreta con gas de cianuro supiera algo más de la vida que los demás, o en un mundo soñado y lejano lleno de riquezas. Claro que es más probable lo primero que lo segundo, sobre todo si no se cumplen ciertas conductas. Yo seguí rigurosamente la regla según la cual no había que confiarle nunca nada a nadie, si no era absolutamente necesario. ¿Tendrán razón?



11 de marzo de 2013

Georges Simenon: Los fantasmas del sombrerero

   Fascinante. Simenon tiene la insólita capacidad de presentarnos la ciudad donde se desarrolla una obra suya en un par de páginas con absoluta claridad. Y es posible que le sobren unas cuantas líneas. Aquí lo consigue con La Rochelle y en tres minutos de lectura parece que estamos paseando por sus calles y nos detenemos frente a la tienda del sombrerero, protagonista de esta magnífica novela. Incluso, si giramos la cabeza, podemos contemplar sin esfuerzo el comercio de su vecino el sastrecillo. También es capaz de definir a un personaje con cuatro palabras, era más bien gorda, muy tonta, con unos ojos saltones e inexpresivos.
   Y ya estamos enganchados de nuevo a una novela de Simenon. Porque su facilidad, su habilidad para mostrarnos el alma de sus siempre fascinantes personajes es sorprendente, sobre todo si tenemos en cuenta que lo consigue en cientos de libros.
    El sombrerero, al que no le gusta que le llamen así, piensa que  había un tiempo para todo, y sólo en contadas ocasiones alteraba el orden de sus movimientos. Sus horarios se repiten de forma gradual e inexorable en su trabajo, en sus comidas e incluso en su asistencia al café para disputar su partida diaria de cartas. Hubiera podido decirse que ésta duraba desde hace muchos años, puesto que volvía a empezar todos los días a la misma hora, en la misma mesa, con las mismas consumiciones, ante los mismos jugadores, las mismas pipas y los mismos cigarros. 
   Muy pronto nos cuenta el escritor que nuestro protagonista había matado a cinco viejas desde el 3 de noviembre, es decir, en veinte días. Pero él se había limitado a hacer lo que tenía que hacer. No se preocupen, no les estoy estropeando la trama. Cada página enriquece esta historia de forma generosa y el argumento no es más que una excusa para escribir de forma brillante la historia de un psicópata: La lluvia, en las calles negras, con un halo en torno a cada luz y reflejos en el suelo, no sólo le había proporcionado cierta excitación, sino que además facilitaba sus movimientos.
   Simenon vivió con intensidad y escribió de la misma forma.